chicas pesadas

Vadim se pregunta qué estabamos haciendo cuando murió Pinochet. Nada fuera de lo normal.
Venía en un bus desde Viña, sentada al lado de un tipo que escuchaba los grandes éxitos de Whitney Houston en su discman y leía Lun. Yo por mi parte tomaba limón soda y leía un cuento llamado "La persona deprimida" Me bajé en la estación pajaritos y tomé el metro hacia mi casa. Cuando llegué prendí la tele y el generador de caracteres decía con letras blancas: Pinochet ha muerto. Llamé a L, que es la persona más pseudo comunista que conozco y luego a mi papá, que me dijo que no era muy bonito andar celebrando que alguien se muera, aunque fuera Pinochet, cuando le conté que la gente ya estaba llegando a la plaza italia.

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¿Cómo era la frase? ¿El que no ama compra? Wrong. Pues el que ama también compra, pregúntenle a L.

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Resulta que hace 5 años salí del colegio y unas ex compañeras organizaron un "encuentro" No puedo negar que voy a ir. Hay un grupo que se fue antes de terminar la enseñanza media y la verdad sólo voy para ver cómo están. Está la chica más popular del colegio, el nerd más nerd del mundo y el pseudo galán venido a menos. Un grupo interesante.

Lo que más me llama la atención es ver a nuestro propio mito viviente, una chica que llegó a un compacto curso causando la conmoción de todos los hombres del colegio. No recuerdo haber entablado ningún tipo de relación especial con ella; hicimos un par de trabajos juntas, creo haber ido a su casa y de lo que más me acuerdo es de su cumpleaños de disfraces donde la única disfrazada era ella. Una chica bonita y tonta que no le hizo mal a nadie, que llegó a contar las mentiras más increíbles para caer bien (conocida es su historia de cuando conoció a cierta cantante famosa en la micro y cómo después llegaron a odiarse, en una trama que incluía celos, envidia y una limusina negra) y que al final terminó retirándose a la mitad de un año escolar, sin que a nadie le importara demasiado.

Mientras estuvo sentada en la misma sala que todo el resto, nunca llegó a sobresalir por nada más que su incesante ir y venir de novios del San Ignacio, pero una vez que se fue con sus estuches de maquillaje y su bolsón rosado, se convirtió en el mito de nuestro curso, en la persona que no dejabamos de nombrar cada día, casi siempre para reirnos de ella y de sus historias ciertas e inventadas. Nadie la odió, pero era tan fácil reirse de ella; era todo un personaje, un poco grotesca en su forma de hablar y de hacer todo, tontona pero amable, cursi pero hasta divertida. Se le atribuyeron cada vez más características, cada vez alguien salía con un nuevo dato (está haciendo un dos por uno, repitió de curso, está embarazada, la vimos en la misa del villa maría con un milico: nada de esto me consta), hasta que después de algún tiempo se fue haciendo de mentira, como si de verdad fuera un personaje de teleserie, una marca registrada como la cocacola o la Madonna. Pasamos horas ociosas elucubrando sobre su paradero, sobre su nuevo colegio y sus nuevos novios, imitando sus gestos frente a la pizarra cuando algún profesor faltaba. La P hasta la dibujaba, con su sonrisa de miles de dientes perfectos gracias a los frenillos que no le impidieron ser la más codiciada de varios colegios del sector oriente.

Se convirtió de a poco en nuestra mejor anécdota porque nunca más la volvimos a ver. Hasta ahora. Si es más fome de lo que imaginamos o recordabamos nos vamos a quedar sin tema para la reunión de los 10 años.