ay la humanidad

Pienso en la reacción que alguien tendría si un día yo muriera y se metieran en mi pieza y vieran mis cajones y mis cosas. No es que guarde nada espeluznante ni secreto; en realidad son puras tonteras, pero el sólo hecho que alguien vea mis cosas me hace sentir de 6 años.

Tengo una cosa rara con la intimidad de mi propia pieza y de mis cosas en general; no me gusta que cualquier persona entre, no me gusta que manoseen mis libros ni abran mi closet, que se rian de la cantidad de ropa y bolsos que tengo, que me pregunten por qué tengo tal cosa. Tampoco me gusta que vean mi computador ni la cantidad avergonzante de archivos de texto incompletos, catarsis heróicas y floridas sobre mis más variados y exagerados estados de ánimo, menos las páginas que veo con fines voyeristas, -googlear es un deporte-, drafts de mails que nunca mandé donde pido explicaciones por las más diversas e hiperventiladas razones o qué se yo.

Entrar en mi pieza o en mi computador debe ser un poco como entrar en la pieza de una vieja de mierda que guarda cosas sin ningún criterio y un día se muere y sus hijos encuentran debajo de la cama cuatrocientas cajas de fósforos llenas de botones de las más distintas formas.