pretérito imperfecto
Cada vez que me voy a domir lo hago para el mismo lado. Hacia la izquierda, hundiendo la cabeza hacia las sabanas y tapándome hasta la frente. Entonces siento los latidos de mi corazón cada vez con más volumen. Los siento retumbar en mi brazo y en mi cerebro y son tan regulares y fuertes que no puedo quedarme dormida. Miro las sombras en la muralla, como cambian de forma con la luz de la televisión. Apoyo el estómago en el colchón y estiro los brazos en cruz. Los latidos no paran. No me dejan dormir. Trato de concentrarme en el ruido casi amniótico de la tele, en la voz de Homero Simpson, en la del locutor que me anuncia que se viene la nueva temporada de Nip/Tuck. Me levanto a mirar por la ventana y veo a los arboles moverse de un lado a otro. Pego las manos al radiador de la calefacción que sigue tibio. Prendo el ipod, pero todas las canciones me las sé de memoria y cantando nunca me voy a quedar dormida. Todas las canciones significan algo.
Tengo frio y pienso en la chimenea de mi antigua casa. En como me gustaba ver el fuego entre la leña seca. Miro el radiador inmaculado y me acuerdo en qué pensaba cuando miraba el fuego. En los papeles que quemé ahí para no acordarme más. En dónde los quemaría ahora. Pero para qué. No hay nada que quemar.
2 comments:
no hay nada qe me guste más que una chimenea, un día feo y el libro que estoy leyendo
besos
si a las entradas pudieran agregarseles estrellas, esta ya la habría marcado.
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