estupefacientemente bien

-Siento que me está empezando a crecer una gran L en la frente. Pero bueno, ya está hecho.

-A veces no puedo creer que no te veo hace tanto tiempo. Ya se me está empezando a olvidar tu cara.

-Como siempre he sido un poco cebolla para mis cosas, anoche mientras veía Grey's anatomy y se moría el papá de George, el doctor perno y bueno - lo desconectaban en realidad - no me quedó otra que ponerme a llorar como contratada y al momento en que mi hermana me pilla sonándome, hacerme la tonta olímpicamente.

-Los dilemas de todos los días deberían reducirse al que me pongo, falda o pantalones, botas o zapatillas, vestido o pitillos. Nada más y nada menos, por un día.

-Mi amiga D se jactaba el otro día de su buena memoria; en realidad tiene una muy buena, muy fotográfica. Se acuerda exactamente con qué ropa andaba cada persona, cosas así. Me recitó sin dudar en ningún momento las pintas de todos en la pauta del viernes. Yo, la verdad, ni de cerca. Ni siquiera soy capaz de acordarme de los cumpleaños de mis mejores amigos. Creo que por eso anoto tanto. Para no olvidarme tan rápido.

-Hace un mes y algo llegó una empleada nueva a mi casa. Es bien callada y simpática. Eso no tiene nada de inusual porque en mi casa cambian de empleada cada dos meses promedio. Siempre contesta con monosílabos y sonriendo. En mi pieza hay un cubo rubik que compré, pero nunca pude armar y hace poco me fijé que aparecían los colores armados. Un día, el rojo. Otro, el verde. Hice la prueba y es ella quien los arma. Cada vez que viene cambia el color y lo deja donde mismo, ahí encima de una torre de libros que leo desordenadamente.